Si soñaste alguna vez,
dejarme, solo y hundido,
con la tristeza en mi tez,
y con el corazón vacío.
Tu, que de mi vida fuiste
guía, luz y gran consuelo,
mi dueña cuando quisiste
y esclava de mi desvelo.
Alma de mis suspiros
y la dueña de mis besos,
si te alejas de mi, arranca
los recuerdos y los sueños.
Yo guardaré tus palabras
que con cariño vertieron
estos dulces labios tuyos
que me colmaron de besos.
Y moriré poco a poco
soñando aquellos tiempos
cuando bebías mis vientos
y yo por ti estaba loco.












