
-Buenas tardes, dijo el labrador, y me preguntó, que me llevaba por allí.
-Quería llegarme hasta el castillo, hacer algunas fotos y realizar un viejo sueño que ya dura muchísimos años.
-Mala hora es, me dijo el hombre, si subes allí arriba se te hará tarde para volver, yo de ti me volvía que allá arriba de noche hay poco que ver, y así como todos los gatos son pardos... estos caminos también, y todos se parecen, te confunden, y no les falta el peligro.
_Agradecí las advertencias, pero la decisión ya estaba tomada, y continué mi camino hacia lo más alto, mirando de reojo a cada agujero. A medida que avanzaba mas abrupto se hacía el camino, el sol empezaba a palidecer y una ligera brisa jugueteaba con mi pelo y con las ramas de algunos chaparros que por allí abundaban.
Como el alpinista cuando alcanza la cima... así me sentía yo, encaramándome en lo alto del solitario torreón. Hohhh, que maravilla, que vista tan preciosa, desde aquí sí que se puede apreciar la inmensa masa de agua del pantano ladrón que casi me roba el pueblo. Al fondo se divisa Paloma, a la izquierda la otra Zarza, siguiendo sus montes se divisa hasta la grande Emérita, Don Álvaro, Torre mejías.... casi toda la tierra de barro, hasta te imaginas los viñedos de Almendralejo con sus tierras colorá, y abajo... como si se hubiese despeñado de este castillo, se encuentra Alange, mi pueblo.