Cómo nació el amor
Publicado: Sab Sep 26, 2015 13:25
Hoy recuerdo aquel día que la vi por la calle,
con su grácil figura, con su plácido talle.
no aparté la mirada y pensé emocionado
en llegar a quererla por mandato divino
porque el cielo dispuso que ella fuera mi sino
para amarla por siempre y tenerla a mi lado.
Pasó el tiempo y mi mente resguardó aquel instante,
sumergido en quehaceres de mi vida constante,
percibiendo el bullicio y el andar de la gente
en la urbe que tiene sus sonidos inquietos,
donde en cada cabeza hay distintos secretos
y se sienten los humos destruyendo el ambiente.
El amor era sólo un impulso latente
sin poder darle cauce al inmenso torrente
que tenía en mi pecho por faltar un motivo
como aquel que dejara en mi alma su esencia
y que en mí se quedara con su grata presencia
deseando sentirme en sus brazos cautivo.
Y acudí nuevamente a mi pueblo adorado
para estar disfrutando del paisaje añorado,
entre gratos recuerdos del nativo solar,
estrechando las manos de mis fieles amigos,
bajo rayos del astro cual lucientes abrigos,
con el firme propósito de volverla a mirar.
Revivieron mis ansias y también ilusiones,
el latir de mi pecho despertó sensaciones
que se hallaban dormidas en mi mente difusa,
pero al fin el encanto convertido en renuevo,
floreció en el cariño que magnánimo llevo,
lo que se hizo posible al mirar a mi musa.
Le expresé mis deseos y el febril sentimiento
de adorarla rendido a sus pies y contento,
por estar convencido de su inmensa ternura;
de entregarle mi nombre en el templo sagrado
y vivir amoroso con su faz a mi lado,
con la dicha perenne de su grata dulzura.
Y después que le expuse mi amorosa propuesta,
esperé emocionado su anhelada respuesta,
y escuché de su boca , absorto y conmovido,
esa frase sincera que me dijo mimosa;
que también me quería y sería mi esposa,
para estar siempre juntos disfrutando en el nido.
con su grácil figura, con su plácido talle.
no aparté la mirada y pensé emocionado
en llegar a quererla por mandato divino
porque el cielo dispuso que ella fuera mi sino
para amarla por siempre y tenerla a mi lado.
Pasó el tiempo y mi mente resguardó aquel instante,
sumergido en quehaceres de mi vida constante,
percibiendo el bullicio y el andar de la gente
en la urbe que tiene sus sonidos inquietos,
donde en cada cabeza hay distintos secretos
y se sienten los humos destruyendo el ambiente.
El amor era sólo un impulso latente
sin poder darle cauce al inmenso torrente
que tenía en mi pecho por faltar un motivo
como aquel que dejara en mi alma su esencia
y que en mí se quedara con su grata presencia
deseando sentirme en sus brazos cautivo.
Y acudí nuevamente a mi pueblo adorado
para estar disfrutando del paisaje añorado,
entre gratos recuerdos del nativo solar,
estrechando las manos de mis fieles amigos,
bajo rayos del astro cual lucientes abrigos,
con el firme propósito de volverla a mirar.
Revivieron mis ansias y también ilusiones,
el latir de mi pecho despertó sensaciones
que se hallaban dormidas en mi mente difusa,
pero al fin el encanto convertido en renuevo,
floreció en el cariño que magnánimo llevo,
lo que se hizo posible al mirar a mi musa.
Le expresé mis deseos y el febril sentimiento
de adorarla rendido a sus pies y contento,
por estar convencido de su inmensa ternura;
de entregarle mi nombre en el templo sagrado
y vivir amoroso con su faz a mi lado,
con la dicha perenne de su grata dulzura.
Y después que le expuse mi amorosa propuesta,
esperé emocionado su anhelada respuesta,
y escuché de su boca , absorto y conmovido,
esa frase sincera que me dijo mimosa;
que también me quería y sería mi esposa,
para estar siempre juntos disfrutando en el nido.






