
Sin descaro ni enojo,
digo, yo vivo dos amores,
tengo el corazón en ardores.
Uno quiere darme su abrigo,
y el otro mi alma desnuda;
uno saciar mi sed procura,
y el otro es toda mi locura.
De sur a norte voy andando
y cavilando de este a oeste,
aunque mucho me cueste.
Uno es mi cura segura,
el otro una bella aventura,
uno es mi dueño,
y el otro agita mi sueño.
Tengo la proeza
de un amor tranquilo
y otro obsesivo.
Más a Dios yo suplico
me de un poquito de paz,
entre mi esposo tan prolijo
y el corazón de mi hijo.
María de la Cruz Díaz
03 Jul.2008
Lima-Perú


















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